La Confesión

Con alguna picardía, llamé a Honorio
y le dejé un mensaje con su secretaria.
Para jorobarlo, nomás.
No esperaba una respuesta, de ningún tipo.
Pero me temo que lo prejuzgué mal,
o demasiado bien.
Esa noche recibí un correo suyo,
que me decía, tras unas líneas
explicativas de su ausencia del mediodía,
una confesión relativa a estos últimos tiempos:
Querido amigo,
Trabajé como para resolver todos mis problemas.
Desesperé buscando seguridades.
Me irrité al no conseguirlas.
Sé que lastimé.
Es que ansié agitadamente.
Busqué en el placer un calmante.
La pasión se desorientó.
El éxito fue mi consolación.
Me vanaglorié.
Desacredité a quienes me interpelaban.
Mentí.





Perdón.

Perdí la Esperanza.
Me solté de Su mano.
Me aferré a mis cosas.
Di vueltas en círculos.
Salí del camino.

Dame la mano.
Mostrame la Verdad.
Quiero compartir tu Vida.