40 días de desierto

Por Armando Témpore
Diario El Ciudadano

Cada día
tenemos que cruzar el desierto
para llegar a la jungla social.
Uno tras otro,
los autos van y vienen
formando una larga caravana
que impone un ritmo
apenas alterable,
excepto a costa de los otros.
Unos tras otros,
los pasajeros van y vienen
como ríos de gente,
codo con codo,
imponiendo plazos
casi inapelables,
excepto a costa de los otros.
Unos
se llenan los oídos,
procuran abstraerse,
alejarse,
y evitar el trance.
Otros
hacen silencio,
se dejan sorprender
por el mundo
y se disponen a escuchar
lo que surge desde adentro.
Aquellos
pierden el tiempo
que supone el viaje.
Estos
aprovechan
para elevarse;
viven intensamente.