Extrañas grafías

Estaba seguro de no haberlas visto antes.
Estaban allí. Pero no esperaban ser vistas.
Pintadas en turquesa sobre el fondo negro de las rejas, esas extrañas grafías eran indescifrables.
Dos uniformados de alguna fornánea agencia de seguridad cuchicheaban frente a ellas, observándolas.
Estaban tan ensimismados que pude acercarme a ellos hasta escucharlos hablar, sin que percibieran mi presencia.
- Fue un comando nocturno. El viejito parecía esperarlos. Apenas terminaron, él salió de su casa -esa, la de la esquina- y se acercó hasta aquí a mirar. El testigo lo vio acercarse desde esa ventana -dijo, señalando a una casona situada del otro lado de la plaza.
- ¿Pudiste tomarle declaración? -consultó el otro.
- Si. Estaba muy sorprendido. Conoce poco al viejo, pero sabe que fue campeón nacional de tenis antes de Vilas, cuando aún era un deporte de elite, y un fanático de Ray Coniff. Lo que le sorprendió no fue el verlo en robe de chambre, porque muchas noches sale a sacar la basura vestido de esa forma. Lo más extraño fue que haya salido con una libreta y algo para escribir.+